Todos hemos de morir, eso lo sabemos, aunque no siempre queramos verlo. ¿Es necesario prepararse para ello o, simplemente, es estar pensando en algo que pasará en un espacio y tiempo muy lejanos?
En cuanto al cuándo moriremos, desgraciadamente o por suerte, no lo sabemos. Lo del espacio, tampoco, puesto que no tenemos ni idea de dónde, ni cómo narices nos va a sorprender La Parca.
Es posible que si viviéramos mirando a la muerte y no de espaldas como acostumbramos, la pregunta sería incoherente, y a toda luces, innecesaria. Pero… realmente cualquier muerte la vivimos como una injusticia, agravada por las circunstancias que la rodeen: edad, situación familiar, enfermedad, etc. Olvidamos vivirla como lo que realmente es, un producto de la propia vida.
Vamos a empezar por la cuestión más material. Lo que al cuerpo, propiedades y economía se refiere.
¿Has hecho alguna vez testamento? ¿Sabes cómo hacerlo?
Debes ir a una notaría, ellos se encargan de todo, te harán una preguntas sobre como quieres repartir las propiedades o tus bienes materiales y a quién se los legarás, es decir, quién o quienes serán tus herederos y cómo recibirán tus bienes. Con tus respuestas redactarán un testamento, lo firmarás y te darán una copia, en la notaría guardarán otra y lo registrarán en el Registro General de Actos de Última Voluntad. Esto te costará alrededor de los 40-60€ según la tarifa del notario. Tener hecho y registrado ante notario un testamento puede facilitar mucho los trámites hereditarios a tu familia.
¿Sabes qué es un testamento vital?
El testamento vital o de voluntades anticipadas es un documento en el cual queda registrada tu decisión acerca de tu cuerpo. En él puedes dejar constancia de si quieres, o no, que te reanimen o te administren medicamentos que podrían alargar tu vida, que te hagan tratamientos quirúrgicos, puedes reflejar que quieres evitar el llamado «ensañamiento terapéutico», etc. en el caso de tus capacidades mentales estuvieran comprometidas o no te pudieras expresar de manera consciente y personalmente. Igualmente, puedes dejar constancia de qué quieres que se haga con tu cuerpo una vez hayas muerto: si quieres que te entierren, te quemen o quieres donar tu cuerpo a la ciencia o tus órganos para ser trasplantados. En estos dos últimos casos, antes deberás haber contactado con centros donde necesiten cuerpos para sus investigaciones (normalmente universidades) o bien con organizaciones de donantes de órganos.
El testamento vital puedes hacerlo ante notario o hacerlo ante tres testigos, dos de los cuales dos no deberán tener relación de parentesco alguno contigo. Siempre es mejor que te informes en un notario puesto que estos requisitos pueden cambiar según el lugar donde vivas.
Aquí te dejo un link de la Asociación Federal Derecho a Morir Dignamente en la que podrás encontrar modelos impresos del testamento vital o de voluntades anticipadas por comunidades autónomas.
Cuanto más arregladito dejes el tema, mucho más fácil será para los que se quedan, que lidiar con ciertos asuntos mundanos mientras intentan no sucumbir a la tormenta emocional es bastante complicado. Piensa que no todos estarán preparados para tu marcha.
Pasamos a lo más emocional.
¿Has pensado alguna vez en cómo te sentirías si te dijeran «tienes una semana… o te quedan unos meses… o en 24 horas te mueres»?
¿Qué te gustaría hacer?
¿Con quién te gustaría hablar, qué le dirías?
¿Te arrepientes de algo, pedirías perdón a alguien?
¿Te gustaría comer tu comida preferida por última vez?
¿Qué o a quién irías a visitar?
Si pudieras escoger el momento, lugar y compañía de tu muerte, ¿cuales serían?
¿A quién llamarías por última vez?
Tómate un tiempo, piénsalo y escríbelo en un papel. Y tómalo como un decálogo (aunque no sean diez) del saber hacer.
Hacer este ejercicio mental y emocional te da una visión diferente de cómo ves las relaciones con las personas que te rodean y las situaciones que acontencen en tu vida diaria. Te das cuenta que igual das excesiva importancia a comportamientos o hechos que vistos desde otro punto, no lo son tanto.
«El recordar que estaré muerto pronto es la herramienta
más importante que he encontrado para ayudarme
a tomar las grandes decisiones en la vida.
Porque casi todo —todas las expectativas externas,
todo el orgullo, todo temor a la vergüenza o al fracaso—
todas estas cosas simplemente desaparecen al enfrentar
la muerte, dejando sólo lo que es verdaderamente
importante. Recordar que uno va a morir es la mejor
manera que conozco para evitar la trampa de pensar
que hay algo por perder. Ya se está indefenso.
No hay razón alguna para no seguir los consejos del corazón».
Steve Jobs (1955-2011)